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El primero en hablar de arquetipos en psicología fue C. G.Jung, quien lo definía como patrones de existencia o esquemas básicos de conducta internos-innatos y latentes-, que se hallan arraigados en el inconsciente colectivo. Siguiendo a Jung, la doctora Shinoda Bolen autora de varios libros sobre esta materia, por ejemplo las Diosas de Cada mujer y Los Dioses de Cada Hombre donde profundiza en el desarrollo de una tipología psicológica femenina y masculina basada en la mitología griega, ya que esta narra las historias arquetípicas y evoca sentimientos e imágenes que integran la herencia humana.

Diosas y dioses son, por tanto, fuerzas poderosas invisibles que modelan la conducta e influyen en las emociones y que también interactúan, afectando a cada hombre y mujer individualmente. Conocerlos es una enorme fuente de poder personal, puesto que los arquetipos son potenciales: partes de nosotros mismos que podemos desarrollar para crecer y vivir de acuerdo con lo que realmente somos y queremos, experimentando así la dimensión sagrada de nuestras vidas.

El objetivo es que la persona adquiera la capacidad de utilizar la entidad más adecuada en cada situación y conseguir armonizar a los dioses y/o diosas, que no son más que partes de uno mismo.

Además de descubrir nuestro mito personal, hemos de activar otros y sintonizarlos, pues entre todos nos ayudaran a crecer y a enfrentar los avatares de nuestra existencia. Así, a través de las deidades y mitos, el ser humano dirige los arquetipos, y no al revés. Por circunstancias culturas, familiares y personales, todos presentamos algunos arquetipos activos, mientras otros permanecen dormidos.